Lo
cómico es un fenómeno social porque
emite la desvalorización de lo real o lo predominante y en la sociedad
se observa desde determinadas
perspectivas y el criterio valorativo
de lo cómico dependerá de la ideología
con que se juzgue este fenómeno.
La
comicidad es más propia de las clases sociales bajas y esto hace que llegue a
convertirse en un patrimonio de la cultura popular. El poder de lo cómico esta
sobre todo en las calles y plazas de los
pueblos, en el lenguaje coloquial y en las fiestas como reflejo de ello en su
literatura.
Los
grandes satíricos o humoristas
(Cervantes, Quevedo, Rebeláis, Voltaire,
Daumier, posada, Bernard Shaw, Mariano José de Larra Orozco, Chaplin, etc.) han
estado más cerca de esta cultura “de abajo” popular o de protesta que de la
cultura de arriba.
Lo
cómico como crítica social.
Reír
es ya una forma de libertad reírse de lo solemne, lo formal, la pretensión irreal de presentar
como valiosa una realidad que no lo es resulta frente a ella un acto de
libertad. Los grandes artífices de la comicidad los inventores y creadores de
la literatura han sido grandes demoledores de los valores e ideas de un orden
vigente autoritario. La comicidad y la risa que suscrita como acto de
libertad, son incompatibles con el
dogmatismo, el fanatismo y el autoritarismo.
Se
podría afirmar que la importante función social de lo cómico es ser utilizado
como arma critica, tanto en la vida real como en el arte y la literatura
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